La nomenclatura botánica del Ciprés común es Cupressus sempervirens, llamado comúnmente ciprés piramidal, ciprés italiano, ciprés mediterráneo, ciprés de los cementerios… Algunos de estos nombres se deben a que el ciprés fue muy cultivado y difundido en el mundo grecorromano, llegando a ser uno de los elementos característicos del paisaje y del jardín mediterráneo.
Su origen se supone que es el Mediterráneo oriental (Irán, Siria, Chipre). Según algunos autores deriva de Cyprus (Chipre), donde es nativo y crece silvestre. Sempervirens, del latín, significa siempreverde.
Es una planta que se asocia a la muerte, a los cementerios, aunque no está clara la procedencia de su simbología funeraria. Se piensa, dado que es un árbol que siempre está verde y majestuosamente apuntando al cielo, que ayudaba a las almas de los muertos a elevarse en esa dirección. También por su longevidad, puede vivir más de 500 años, habiendo ejemplares que superan el milenio. Ahí, en los cementerios es donde se conservan los mejores ejemplares.
Es un árbol cultivado por todo el territorio en especial para la formación de pantallas vegetales, setos protectores contra el viento, también para repoblar y como planta ornamental en jardines por su elegante porte. Es una planta relativamente económica ya que su crecimiento es muy rápido.
El cultivo del Cupressus sempervirens
Es un árbol de hoja perenne de la familia de las Cupresáceas que pueden alcanzar hasta los 30 m de altura. De tronco recto, corteza delgada de color pardo grisáceo, con largas fisuras longitudinales que no se exfolian. La forma de la copa es muy variada, de globosa a lanceolada. Su follaje es verde oscuro, las hojas de 0,5 a 1 mm son persistentes, obtusas y sobrepuestas unas a otras como las tejas en un tejado.
En el mismo árbol hay flores masculinas y femeninas. Las flores masculinas son cilíndricas de tono amarillento entre 3 y 5 milímetros de largo. Las femeninas forman conjuntos de pequeños conos de un color gris verdoso de 2 a 3 cm de diámetro, con 8 a 14 escamas, que al madurar adquieren un aspecto leñoso. La floración se produce en primavera y los frutos maduran al final del segundo verano.
Guía breve para el cuidado del Cupressus sempervirens:
– Digamos que el clima ideal sería el suave y templado, sin fuertes heladas, como la zona del Mediterráneo. Pero lo cierto es que es capaz de soportar heladas, sequía, viento, contaminación, e incluso escaso mantenimiento.
– Prefiere estar a pleno sol y tolera la semisombra.
– Para la formación de setos deben plantarse de 3 a 4 cipreses por metro lineal.
– La plantación de los cipreses se recomienda efectuarla en enero, febrero, marzo, abril, septiembre, octubre, noviembre o diciembre. Durante el primer año y hasta que arraigue bien, debemos ponerle algún tipo de sujeción para evitar que se doblen por el viento.
– Le gustan los suelos calizos, aunque puede vivir en casi cualquier tipo de suelo, siempre que tenga un buen drenaje para evitar enfermedades.
– Aguanta muy bien la sequía.
– Lo abonaremos en otoño o invierno con abono orgánico y en primavera con abono mineral.
– Soporta muy bien la poda que debe realizarse a finales de otoño o en invierno.
Plagas y enfermedades del Cupressus sempervirens
El Cupressus sempervirens se considera un árbol bastante resistente, aunque puede ser susceptible a determinadas plagas. No olvidemos que el exceso de agua es perjudicial, pero tampoco debemos descuidarlo para evitar el barrenillo, que evitaremos si mantenemos el ciprés bien regado y abonado, sin exceso. Y también puede ser atacado por la cochinilla, por lo que recomendamos una fumigación preventiva.
El Cupressus sempervirens es sensible al Seiridium, la enfermedad comunmente conocida como ‘Seca del ciprés’. Para evitarla, lo mejor es tratarlo de forma preventiva con algunas aplicaciones de un fungicida a lo largo del año.
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